martes, 18 de diciembre de 2007

LLEGAR






Llegar a una ciudad pequeña donde nadie te conoce tuvo para ella un efecto balsámico. No tenía que saludar, ni pararse a conversar con los de siempre. Lo primero que hizo fue buscar un sitio donde vivir. Encontró un piso pequeño, una tercera planta sin ascensor, pero con calefacción y en este lugar en invierno es muy importante, además tiene una buena vista a la sierra y en los días soleados es la primera alegría que se lleva desde su habitación, ver el sol arropándola cariñosamente, las únicas caricias que se permite.
La compañera de piso es brasileña y se dedica al oficio más antiguo del mundo, pero es limpia, agradable, silenciosa y no se trae trabajo a casa lo cual es de agradecer. Piensa ¿qué quién es ella para ponerle trabas o prejuicios a las personas?, cada uno anda por la vida con sus propias historias y bastante hacemos con sobrevivir a los golpes que nos va dando.
Sin embargo, cuando mira al cielo por las tardes, no puede dejar de pensar en él, un escalofrío sigue ahogando su respiración y entonces si que necesitaría hablar, hablar y hablar, es cuando preferiría que su compañera no se detuviera en los convencionalismos y las dos pudieran darse apoyo. No es tan fácil rescatarse del naufragio sin una mano amiga.

2 comentarios:

Simplemente Olimpia. dijo...

La necesidad de apoyo es una constante, no hace falta ser tullido/a para precisarla.
Si cada relato tiene una moraleja y un sentido, puede haber cientos de razones para continuar leyendo, pero tantas historias paralelas me desconciertan.

Olimpia

Juansintierra dijo...

Realmente Olimpia sólo hay por ahora tres historias y dos ya se han juntado en la misma casa...


Besos


J.