El tiempo deja reposar las cosas y el azar mezcla a su antojo para que las vidas se crucen de una manera extraña, nuestras dos mujeres se han conocido en el pub y desde el primer momento se han aceptado como si supieran que siendo distintos los túneles de donde salen, les acompaña el mismo problema: volver a salir a flote, recomponer su autoestima y confiar en los demás. Ahora viven juntas, tras la expulsión de Adriana de España quedó una habitación libre y enseguida se apañaron en la casa que da una vista preciosa al barranco y al río. Se ayudan sin tapujos, se comprenden y se aceptan con todos sus problemas. Una recobra la autoestima con relaciones esporádicas con hombres a los que tiene que sentir débiles, afectuosos, casi niños y el psicólogo sigue ayudándola en este proceso. La otra todavía se recome con todos los que han pasado entre sus piernas los últimos meses, descansa, pero no tiene excesivos problemas para acostarse con cualquiera que desee, lo que ocurre es que no cree en ellos y acepta que toda relación es simplemente un intercambio, nada que le produzca ninguna emoción salvo en la piel o la necesidad física de echarse un polvo.
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