miércoles, 9 de enero de 2008

Eva (V)





Javier, era un tío estupendo, ¿estupendo?, bueno, eso pensaban todos sus amigos de la facultad. Era bien parecido, tenía dinero, futuro y éxito con las mujeres y encima la novia más hermosa…sí la verdad que era la envidia de todos sus amigos, ¿entonces, qué le hacia a veces parecer ausente? No sabía como, pero todo lo que le estaban montando sus padres le parecía un juego, un juego sin más al que se adaptaba sin rechistar pero sin entusiasmo. Su deseo era más oscuro, tirarse a todas las tías que caían en sus manos, y con su gran boato eran muchas, eso sí, discretamente. Aparentaba muy bien que amaba a su novia, a la cual había reclutado con el place de su familia. Era guapa, de buena familia, con estudios…otra pieza más del juego del monopoly de sus padres. Él lo que deseaba era sexo sin medida, depravación, noches de desenfreno y tumulto que se notaban en su cuerpo y que luego tenía que esconder con anfetaminas. Llevaba una doble vida en la que no metía nunca a su novia, el lado amable y presentable y a la que engañaba sistemáticamente de una manera enfermiza.



Foto aquí

2 comentarios:

Javier Herque dijo...

Aunque quede feo que lo diga yo (“cosas del tocayeo”) hay demasiados “javieres” y demasiadas “evas”…tu relato, pincelada a pincelada, va formando una interesante historia de esos “lados amables” y “no tanto” que llenan la vida cotidiana.

Un saludo…seguiremos leyendo.

Margot dijo...

Una vida igualemente enfermiza... sí, existen demasiadas.