lunes, 28 de enero de 2008

Edurne (IV)





Al final, aún con sus dudas, se casó con él. Ella realmente le amaba pero algo le decía que aquel hombre que había entrado en su corazón y en su cuerpo casi sin saber cómo, no le convenía. Una necesidad extraña se le apoderaba de tenerlo cerca y a la vez crecía la sensación de ahogo. Era un gusano tejiendo sobre ella un capullo de dominación completa.



Foto aquí

2 comentarios:

ybris dijo...

Malos auspicios para el amor los deseos de dominación.

Un abrazo

Simplemente Olimpia. dijo...

Nunca mejor dicho....es lo que tienen los "capullos"..;)

Olimpia.