
Al final, aún con sus dudas, se casó con él. Ella realmente le amaba pero algo le decía que aquel hombre que había entrado en su corazón y en su cuerpo casi sin saber cómo, no le convenía. Una necesidad extraña se le apoderaba de tenerlo cerca y a la vez crecía la sensación de ahogo. Era un gusano tejiendo sobre ella un capullo de dominación completa.
Foto aquí
2 comentarios:
Malos auspicios para el amor los deseos de dominación.
Un abrazo
Nunca mejor dicho....es lo que tienen los "capullos"..;)
Olimpia.
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